Antigua fotografía de la ciudad de Murcia.
En efecto, es el tiempo el que modela, esculpe y transforma las cosas, las personas, incluso aquellos paisajes que creíamos eternos. Bien es cierto, que los hombres también contribuyen, y a veces de forma implacable, en acelerar los cambios que se producen en nuestro hábitat y en muchas ocasiones propiciando la destrucción de nuestro entorno más familiar. Finalmente, termina siendo reemplazado por “vacíos de codicia y hormigón”.
El amor a nuestra tierra está casi siempre impregnado de "olores edípicos". "La madre tierra." Y, como ocurre con la madre real, los que realizan más alardes de su amor incondicional, suelen ser los que se sienten con derecho a utilizarla para sus propios fines hasta extenuarla. Luego serán los que expresen dramáticamente el dolor en su entierro, cuando han destrozado sus recursos, su paisaje, su identidad.
Y, sin embargo, siempre sentimos una deuda con ella. Ritmo Rancio ha intentado cantar a nuestra tierra, sin caer en ese patriotismo autocomplaciente del que hablábamos. Para ello ha inventado una leyenda: En las mañanas de Mayo, antes de salir el sol, por un extraño sortilegio, la ciudad de Murcia se transforma en mujer y, con la figura de una dama, va paseando por sus calles y plazas, observando, sintiendo, recordando...
La música parte de una de las piezas mas conocidas de nuestro folclore y va derivando hacia otros ritmos y melodías intentando transmitir el aroma de otros tiempos: "el cascabel de la tartana, el rumor de las acequias, del río cantando a la huerta"…
Luis López Sánchez, Joaquín Nieto Munuera.
NOSTALGIA DE MURCIA
(Luis López, Julián Oñate, Ritmo Rancio. Murcia, 2005)
Anda por el Malecón
sueña que fue un jardín
agita los corazones con aromas de jazmín
pregunta medio enojada
a quién la quiera escuchar:
quién me robó el vestido
hecho de flores de azahar.
Como voy a dibujar
un crepúsculo de abril
si todos los horizontes han perdido su perfil
se despiden las palmeras con su baile vegetal
de ese tiempo azul y verde en que soñaban con el mar.
Y ella sigue caminando
por el Carmen y San Juan
se encandila con la luz
antigua de la Catedral
y se queda pensativa
preguntándose por qué
esa herida del Segura
aún le duele a flor de piel.
Se despierta el puente viejo
para verla amanecer
reflejándose en las aguas
transparentes del ayer
y las jacarandas lloran
el pasado que se fue
lágrimas sobre el asfalto
de su triste desnudez
y ella camina
y ella suspira al recordar
y ella imagina otro lugar
en el que aún pueda soñar
Y ella sigue caminando…