domingo, 23 de mayo de 2010

Rumba-Rap del Hipocondríaco

El enfermo imaginario visto por Honoré Daumier

Lo que más me agrada de Fleurant, mi boticario, es su cortesía: "Las entrañas del señor, seis reales". Pero eso no basta, amigo mío: a más de correcto, es preciso ser razonable y no desplumar a los pacientes. ¡Seís reales por una lavativa!...
Molière. Le Malade imaginaire, 1673.

Queridos amigos: En entradas anteriores y siguiendo la temática encuadrada en nuestra sección de “Apuntes Psicopatológicos”, nos ocupamos de algunos temas, tales como los celos, el odio, o el trastorno bipolar. Hoy es el turno de la Hipocondría.

El término se podría conceptualizar como la afección caracterizada por una gran sensibilidad del sistema nervioso, con tristeza habitual y preocupación constante y angustiosa por la salud, por el convencimiento de padecer una enfermedad importante basándose en una mala interpretación de los síntomas somáticos y que conduce a la búsqueda continua de consultas médicas, pruebas y tratamientos.

El sujeto que padece una hipocondría es un hipocondríaco, término que deriva de hipocondrio, región anatómica situada debajo de las costillas (hypó ὑπό 'debajo de' + khondr(o)- χόνδρος 'cartílago'). En la antigua Grecia se pensaba que los hipocondrios, eran los lugares donde se originaba la melancolía, fomentando la aparicion de trastornos tales como la hipocondría. Desde Galeno, esta alteración se asocia a la melancolía (melankholikós μελαγχολικός). En Anatomía de la melancolía de Robert Burton (1621), en su capítulo sobre los “Síntomas de la melancolía hipocondríaca flatulenta”, el autor menciona “fuertes eructos, fiebre intestinal, flatulencia y retortijones, dolor abdominal y estomacal”.

El tema de la Hipocondría ha sido tratado ampliamente en la Literatura y también en el Cine: desde El enfermo imaginario de Molière, La caída de la casa Usher, de Edgar Allan Poe, hasta las películas de Woody Allen, quien caracteriza al hipocondríaco, siempre en lucha existencial con sus continuas somatizaciones. Personajes famosos tales como James Boswell, Charlotte Brontë, Charles Darwin, Florence Nightingale, Daniel Paul Schreber, Alice James, Marcel Proust, Glenn Gould y Andy Warhol han presentado este trastorno.
En la actualidad, sin embargo, “hipocondría”, para la mayoría de la gente, suele significar poco más que un simple caso de convicción errónea acerca del funcionamiento del propio organismo. El hipocondríaco contemporáneo es un personaje que nos resulta muy conocido. Como arquetipo, no tiene muy buena fama, es decir, con su comportamiento ponen a prueba nuestra capacidad de paciencia y empatía y, en el peor de los casos, pueden verse como sujetos que consumen con desmesura los recursos de salud.

De otro lado, el acceso a la información médica, a través de las nuevas tecnologías, ha  permitido la posibilidad de diagnósticos "on line", con la consiguiente proliferación de "enfermedades", suceptibles de ser asumidas por personas predispuestas. La hipocondría tradicional está dando paso a la "cibercondría".

Freud nos dejaba una definición aforística: “el estado de enamoramiento de la propia enfermedad.” En este sentido la personalidad hipocondríaca, se caracteriza por la investidura narcisista del propio cuerpo, que en su totalidad o en sus distintas partes o funciones, aparece como un objeto que reclama una atención absoluta. Está permanentemente vigilado, observado, es una fuente continua de preocupación ante la amenazas que el sujeto anticipa. Cualquier otro interés ó deseo palidece cuando el ser amado, “el cuerpo”, reclama la atención.

Ya que es un valor narcisista, nadie puede competir con el hipocondríaco respecto a la importancia de sus padecimientos. Cuanto peor está, mejor puede justificar su atención y su demanda ilimitada de cuidado y compasión. No se admite competencia. “Lo mío es lo más grave”.

Atendiendo a ésta última descripción, transcribimos la observación de un colega y amigo de Ritmo Rancio, que pudo escuchar el siguiente diálogo en un viaje en autobús a la Ciudad Sanitaria Virgen de la Arrixaca, de la ciudad de Murcia:

- ¿Y a qué vas al hospital?
- A que me miren el azúcar.
- Pues ¿cuánto tienes tú de azúcar?
- 220
- ¡Vamos… yo he llegado a tener 300!
- La otra persona le dice molesta: Y tú, ¿a qué vas?
- A revisión del colesterol
- ¿Y cuánto tienes de colesterol?
- Tras pensarlo un momento: 320
- ¿320? Pues yo suelo tener 400. (“Empate técnico”).
- La otra más que mosqueada: pero yo, además tengo lo de la tensión.
- Ah, ¿sí? ¿Y cuanto tienes?
- ¿Y tú?
- Yo lo he preguntado antes. (Sintiéndose vencedora) ¿cuánto?
- Pues… tengo…¡todo lo que da el reloj! 
Y ahí se acabó todo.

Tomando como inspiración esa anécdota que catalogamos como: “Duelo de hipocondríacos”, y bajo la óptica del sentido del humor, que procuramos cultivar, Ritmo Rancio compuso la “Rumba – Rap del hipocondríaco”, que pueden escuchar en el audio que hoy les dejamos.



RUMBA-RAP DEL HIPOCONDRÍACO
(Ritmo Rancio, 1998)

Soy el novio de la muerte
el hospital por bandera
voy a la, puerta de urgencias
a que me hagan con paciencia
de una vez, todas las pruebas

Cuando era pequeño la otra gente
jugaba a médicos, yo jugaba a pacientes
ahora de mayor todo es perfecto
del Seguro soy el hijo predilecto

Con el amor con que el obispo va a la catedral
así yo me dirijo hacia el hospital
con la humildad del que quiere
y necesita una indulgencia
voy a pedir una consulta de urgencia

Duelo de hipocondríacos:
-Tengo muy alto el colesterol
- más alto lo tengo yo
- y está por las nubes la tensión
- la tengo a todo lo que da el reloj
- yo tengo una úlcera de campeonato
- a mí no me da el sueldo para bicarbonato
- de la impotencia yo estoy muy mal
- yo no me la encuentro "ni pá mear"
- tengo en la sangre velocidad
- a mi no se me ocurre ná

 (aquí termina el duelo hipocondríaco, con la derrota de aquel que nada se le ocurre para superar en gravedad a su contrincante).

Me lo dijo el doctor, me lo dijo el celador
me lo dijo el auxiliar, me lo dijo la enfermera
“Usted no coma cerdo, usted no coma pollo
usted solo puede comer ternera”
y yo le dije “guapa, escúchame cordera
necesito ternura y no ternera
a ver si te enteras
y me sacas de una vez de la lista de espera”

¡Ay que dolor!, ¡Ay que dolor!
Saque de una vez el rectoscopio por favor.

Me han diagnosticao de la reuma
Con la humedad las rodillas me rezuman
Y en una neurona tengo inflamación
Que si trabajo me produce una depresión

Con el amor con que’l obispo va’ la catedral
así yo me dirijo hacia el hospital
con la humildad del que quiere
y necesita una indulgencia
voy a pedir una consulta de urgencia

Y lo que antes más te distinguía
es que te hicieran una radiografía
pero ahora tiene mas elegancia
hacerse una resonancia

En la farmacia tengo una cuenta
que me desgrava en lo de la renta
y entre jarabes y lavativas
este año me sale negativa

Lo mismo me da la aspirina en su envoltorio
que la pomada o el supositorio
que con mi hernia y sin suspensorio
me voy derechito al ambulatorio

¡Ay que alegría
tener una hipocondría!
Hagas lo que hagas
siempre te dan la paga...........







Related Posts with Thumbnails