sábado, 6 de noviembre de 2010

La Cocina de Ritmo Rancio


«Los placeres que nos procura la buena cocina son los primeros que se conocen, los que más tarde se abandonan y los que más a menudo se pueden saborear. ¿Podrías decirme lo mismo del resto?» 

Grimod de la Reynière (1758-1837)
Queridos amigos:

Hoy abrimos un nuevo espacio en nuestro Blog, la sección gastronómica: "La Cocina de Ritmo Rancio", pues no sólo de música y reflexiones, más o menos afortunadas, vive el grupo  Ritmo Rancio.

Queremos presentarles nuestro espacio de encuentro, para saborear, paladear, sentir, degustar...

Esta sección vendrá de la mano y "el paladar" de nuestro compañero, y sin embargo amigo, Tomás Sáez Sánchez, "Sir Thomas  Goodlife", Barón de Bon Vivant, barítono del grupo y "reconocido"  gastrónomo (lo reconocen los camareros de los restaurantes que frecuenta), quien les traerá las novedades más atrevidas e innovadoras del ámbito culinario actual.


Sir Thomas estaba predestinado a los placeres de la buena mesa.  Desde su más tierna infancia, mostró sus preferencias por la buena comida y bebida. Cuando en su casa dispusieron para su alimentación de un "ama de crianza", Bon rechazaba una y otra vez el pecho que ésta le ofrecía, y sólo cuando sus progenitores, conscientes del tremendo error cometido,  procedieron a sustituirla por un "ama de reserva", aceptó a ser amamantado por ella.

Bon Vivant, ha marcado un estilo peculiar, en la degustación y crítica gastronómica. Su gusto por los placeres gastronómicos, le ha convertido en el "gourmet" de Ritmo Rancio, asumiendo en solitario, la abrumadora responsabilidad... de seleccionar los restaurantes en donde celebrar los almuerzos y las cenas, exigiendo menús, acordes a la importancia del evento.

Sigue diciendo Grimond de la Reynière: La divisa del verdadero ‘gourmand’ es aquella del viejo Michel de Montaigne: "Mon métier est l’art de bien vivre" (Mi oficio es el arte de vivir bien), y esta máxima, sin duda, se puede aplicar a Sir Thomas.

Nuestro reconocimiento a Bon Vivant, por su jovialidad y buen humor, por su "savoir faire" y por haber  sabido transmitir su entusiasmo por comer y beber "divinamente".

A continuación, transcribimos, la primera crónica enviada por Sir Thomas, que después de tres largos meses de profunda reflexión y tras la consiguiente digestión, hoy les ofrecemos en rigurosa exclusiva.






Carballeira

No tenía nada claro como se desarrollaría la sección gastronómica en los días de vacaciones del verano 2010, más, ocurrió el milagro: Pusimos los medios y como casi siempre comimos bien, c´est à dire: "divinamente".

Estábamos en Lérida a mediados del mes de Agosto y como habían vuelto a abrir “Carballeira” (finalizado su período vacacional), nos plantamos allí y, como por arte de magia surgieron los raviolis rellenos de setas y gambas, y otros "entretenimientos".



Por fin… llegaron las Cocochas, frescas gelatinosas, con suave pilpil, ¡riquísimas!. Las sirvieron en la cazuela metálica donde las ligaron y las acompañamos con un adecuado ribeiro.
Quedarán por mucho tiempo, indelebles, en nuestro recuerdo.
¿Hasta cuando tendremos que esperar otra ocasión para que repitamos este plato difícil de superar?




No desmerecían, para nada, los pies de cabrito crujiente que mi acompañante pidió degustar como segundo plato.
Los postres que, estuvieron a la altura de las circunstancias, como requiere un restaurante de esta categoría, fueron: “Coca de higos gratinados”  y “Bombas de chocolate negro con infusión de coco”.



Uno de los alicientes de los viajes gastronómicos es encontrar productos que no sean usuales en los restaurantes frecuentados habitualmente. Me refiero al vino dulce y rosado de Uva Syrah o Shiraz, con que nos obsequiaron José Ángel Rodríguez y su mujer (chef y encargada de sala),  dueños del restaurante Carballeira, que de forma espléndida y amable nos dejaron degustar sus platos elaborados y pensados para que mantengamos en nuestra memoria tan agradables sabores.

Por cierto carballeira significa robledal y en esa textura está decorada la marisquería, según nos instruyeron sus dueños.



Ni que decir tiene, que la cuenta se pagó religiosamente y bien por cierto, (a la experiencia "gastronómica" siguió una cuenta "astronómica"), pero un buen recuerdo es infinitamente más duradero que deshacerte de los correspondientes euritos.


Una buena comida, siempre es barata, pues se paga una vez y se recuerda ciento.

Sir Thomas  Goodlife, Barón de Bon Vivant.






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