Fotografía de Andrés Ñiguez
"Y locas las fontanas se contarán tu amor..." (Gardel-Le Pera)
"Y locas las fontanas se contarán tu amor..." (Gardel-Le Pera)
Cuenta la leyenda, que la primera vez que se jugó al escondite en la tierra, la locura debía encontrar al amor, que se escondía en un rosal.
Lo buscó detrás de cada árbol, de cada arroyuelo del planeta, en la cima de las montañas y en el fondo de los océanos.
Y cuando iba a darse por vencida divisó un rosal y las rosas... y tomó una horquilla y comenzó a mover las ramas.
Cuando de pronto un doloroso grito se escuchó. Las espinas habían herido en los ojos al amor.
La locura no sabía que hacer para disculparse, lloró, imploró, pidió perdón y hasta prometió ser su lazarillo.
Desde entonces, el amor es ciego y la locura siempre lo acompaña.
Queridos amigos: siguiendo con la temática amorosa, hablaremos hoy de la "locura" en el amor.
¿Quién, al sentirse enamorado, no ha experimentado un cierto grado de "audacia" que le hace sentirse capaz de realizar cualquier hazaña para conseguir ver su anhelo recompensado?
Gracias a esa audacia que impulsa el amor, consiguió superar la bella princesa Psique (según nos cuenta Apuleyo), todas las pruebas a las que la sometió la diosa Venus para conseguir el amor de su hijo Cupido y con él, la divinidad.
Es frecuente proyectar esa intrepidez, mediante acciones que denotan atrevimiento, incluso mostrando comportamientos, que a los ojos de los demás, pueden ser mal vistos o censurados.
A menudo los ignorantes desdeñan a los que aman.
El enamorado es criticado tal y como advierte Platón en Fedro: “sufre los reproches de la multitud como si estuviese fuera de sí”.
Birger Sellin, un chico autista, escribió a los 18 años un libro en el que se autodefinía como un “dentrodemí”.
Y es cierto que el enamorado bien podría ser definido como un “fueradesí”, pues su mente y su alma le han abandonado para habitar en la persona amada.
En este sentido, el comportamiento valeroso que despliega el enamorado, impregnado a veces de imprudencia y arrojo, suele confundirse, con locura, con "locura de amor". Pero esta actitud no es un síntoma de enajenación, sino más bien de revelación. No en vano, la palabra griega “manike” (locura) se parece a “mantike” (profecía).
Los “sensatos”, habitualmente andan poco “inspirados”, para adentrarse en el corazón del otro, y para ello es necesario, al menos, una dosis de desvarío, de frenesí.
Volviendo a las palabras de Platón: “La acción de quienes están en su sano juicio queda oscurecida ante la de quienes están locos”.
Audacia, locura, premonición, amor… No es de extrañar, que se llame "loco" a quien está subyugado por el amor. Mas, la locura del amante se convierte en virtud a la altura de los visionarios, de los sabios, de los dioses.
No pienses que tiene nada contra ti
si te atropella por la calle (…)
No es que se haya vuelto imbécil
de repente (…)
Dale tiempo y disculpa la soberbia
de quién se siente un hombre afortunado.
Dejad que cante el muchacho,
ese que se ha enamorado. (Dejad que cante el muchacho. J.M. Serrat)
Joaquín Nieto Munuera – Julián Oñate Gómez
P.S: Hoy les dejamos un tango universal: "El día que me quieras", una de las más bellas canciones nunca escritas, en versión de Ritmo Rancio.
Acerca del tango, como género musical, pueden encontrar una amplia y muy bien documentada información en el blog de Hammelin en donde además se fundamenta el origen y la biografía de Carlos Gardel, sin duda el más grande compositor e intérprete de tangos de todos los tiempos.
EL DIA QUE ME QUIERAS.
(Música: Carlos Gardel - Letra: Alfredo Le Pera. Buenos Aires, 1935)
(Música: Carlos Gardel - Letra: Alfredo Le Pera. Buenos Aires, 1935)