Agencia El Palmar Express
(de nuestra corresponsal operística Mari-bel Canto)
(de nuestra corresponsal operística Mari-bel Canto)
Instantánea en la que se puede ver a la conocida diva Máxima Van Boleo abandonando el Palacio de la Ópera, aún vestida de valkiria, tras su ruptura sentimental con el crítico Erich Von Tanero. Obsérvese el detalle del original calzado deportivo, creación de la artista, al que ha denominado “Bambo-Leo” en honor a su apellido. Conocidas marcas de calzado deportivo-operístico como “NiKe-lungos” o “Aídas” se han apresurado a llamar a la artista para intentar adquirir la patente de los “Bambos –Leo” que prometen ser el último grito del verano. Al fondo el paparazzi autor de la foto, que algunos han creído reconocer como el Dr. Rayito de Luna.
Queridos amigos:
Atendiendo a las inenarrables peticiones de los fans de Von Tanero, continuamos con la publicación de su biografía no autorizada y denunciada.
En nuestra anterior entrega, Biografía de Von Tanero: Segundo Capítulo, dejamos a Erich en el cénit de su carrera como crítico musical, tras su ruptura sentimental con la cantante de ópera Máxima Van Boleo.
Pasemos pues del periplo de su etapa “juvenil” al de su período “maduril”.
Capítulo tercero: La madurez (de faecundam maduratis)
Cumplida ya la treintena y habiendo acumulado un notable patrimonio…, decidió deshacerse de él. Erich comprendió que había llegado el momento de componer. Como buen “Von-Tanero”, antes de construir una obra sinfónica, construyó pequeñas piezas a las que llamó “Obras Sifónicas”, o “de desagüe” entre las que figuran “Carmen de Bidet”, “Tú verías”, “Te escondías tras el Embozo” “Oh, sol-dador de energía” y “Desatas candorosa mis instintos” (mal traducida en ocasiones por “Desatascando Rosa mis intestinos”), y otras piezas en la que utilizaba diferentes “registros”.
Tras el “éxitus sifónico” y animado por la ingente crítica, se decidió a musicar poemas… sustraídos al Dr. Rayito de Luna. De esa época destaca la serie “Grandes cuar-tetas en mi sostén-ido”, en recuerdo de la Van Boleo.
(A pesar de la ruptura sentimental,
la influencia de Van Voleo
siempre estuvo presente
en la inspiración de Von Tanero).
Inasequible al des-aliento inició su gran proyecto. Durante un año se recluyó en su mansión y pasó noches y días frente al pentagrama… sin conseguir escribir ni una sola corchea. Cuando estaba a punto de desistir de su empeño se dio cuenta de que había olvidado sacarle punta al lápiz.
Una vez superado este obstáculo, el fruto de su talento cultivado durante largos años "eclosionó violentamente". Decidido a revolucionar la música, en lugar de una sinfonía, compuso una “confonía”. “Seré sordo, pero no mudo… no mudo ni una nota” pensó. La llamó I Confonía en Si sostenido y No enmendado para Triángulo y Orquesta, “La Cansina”, (VT Opus Dei Cansina nº1), cuyo punto álgido se encuentra (tras mucho buscarlo) en el tercer movimiento con el solo de triángulo de dieciséis minutos de duración, conocido como “El Equilátero” o popularmente como “el Tintín”, en el que el solista ejecuta (literalmente) la partitura, en un delicado equilibrio entre el compulsivo movimiento de la mano derecha, que golpea frenéticamente el triángulo y la inmovilidad absoluta de la izquierda que lo sostiene imperturbable. Tras finalizar el solo, los músicos que aún no han abandonado el escenario, contestan al unísono con un si sostenido que va “in crescendo” hasta concluir con un golpe de platillos y otro de timbal que simbolizan el fin del mundo y el juicio final: “chin–pon”.
Varios directores de orquesta hubieron de ser hospitalizados a consecuencia de diversas crisis nerviosas e intentos de autolísis, después de dirigir la “confonía”, y sólo unos pocos virtuosos del triángulo (afectados del mal de Parkinson) se atrevieron a interpretarla.
La crítica se dividió equitativamente entre los que vituperaron la obra sin piedad y los que no fueron a verla. Inmediatamente el director Ludwing Cobos se ofreció a realizarle unos arreglos rítmicos, grabar un cassette y distribuirlo en estaciones de ser-vicio.
Tras el fracaso, Von Tanero decidió quitarse la vida. Preso de la desesperación se administró una sobredosis de supositorios de glicerina. Su intestino, al igual que antes lo había hecho su talento, "eclosionó violentamente". El intento (más bien “intentino”) de suicidio fracasó. No satisfecho con haber “purgado” su pecado, aunque algo más “re-laxado”, buscó entonces un frasco de tranquilizantes “Carrasco” (Si tu vida es un asco, toma del frasco Carrasco) decidido a tomárselos todos. Pero como lo hizo de uno en uno, al tercer comprimido ya estaba más que tranquilo (tran-quilo y cuarto). Entonces pensó que mejor que quitarse la vida era quitarse el tabaco. Como no fumaba le resultó fácil.
No obstante (níhil óbstat) este episodio dejó en él una herida psicológica que le acompañaría por el “resto” de sus días y el “sumo” de sus noches.
Tras desfilar por diversas consultas de Psiquiatría (algunas de reputados especialistas, a su vez componentes del quinteto de cuerda - más bien “de soga”- de Ritmo Rancio), abjuró de la Psiquiatría e inició los estudios de Psicología a Mucha Distancia, de la prestigiosa Academia “CCC” (Corte, Confección y Cosas varias), obteniendo en el breve plazo de un mes el diploma de psí- psá-cólogo.
El musicólogo Von Tanero se había convertido en sicólogo, c´est à dire en “muysícólogo”.
El musicólogo Von Tanero se había convertido en sicólogo, c´est à dire en “muysícólogo”.
Podemos decir llegados a este punto → (.) que el destino le deparaba a Von Tanero un futuro con altibajos, pues si bien le esperaban grandes desgracias, no es menos cierto que también le aguardaban inmensas calamidades. Estos vaivenes serán narrados en el próximo capítulo de esta apasionante biografía.
Julián Oñate Gómez, Joaquín Nieto Munuera.
P.S.
Con el próximo fascículo se hará entrega de un bonito juego de utensilios para punto de cruz y macramé y un botijo de alfarería típica española.
Volveremos… lo abjuramos.